jueves, 29 de noviembre de 2018

¿La Vida Universitaria Afecta a la Salud?


Los estilos de vida de las personas pueden conducir a comportamientos considerados no saludables y, por ende, se convierten en factores de riesgo para las enfermedades crónicas no transmisibles; en 2005 aproximadamente 35 millones de personas del mundo fallecieron; siendo actualmente la principal causa de morbi-mortalidad de nuestro país. Llevar un estilo de vida saludable, se relaciona con la reducción de enfermedades crónicas no transmisibles. Una etapa, que se considera puede llevar a que las personas tomen diferentes decisiones y entre estas la adquisición de buenos hábitos, es la vida universitaria. Diversos autores han destacado que el acceso a la universidad supone un cambio importante en el individuo, que puede influir en su estilo de vida lo que convierte a este grupo poblacional en vulnerable desde el punto de vista nutricional. Los estilos de vida se ven modificados por cambios de tipo social, económico, cultural y psicológico a los que se deben enfrentar durante su proceso de formación. Lo anterior, puede ocasionar diferentes problemas que se reflejan en el estado de salud y que a su vez puede repercutir en su rendimiento académico.

Laguado Jaimes E, Gómez Díaz MP. (2014).  Estilos de vida saludable en estudiantes de Enfermería en la Universidad Cooperativa de Colombia. Hacia promoc. salud. ; 19(1):68-83.

Durante la vida universitaria, los jóvenes pasan por diversos cambios que derivan en el descuido de sus hábitos alimenticios, entre estos existen modificaciones de tipo social, económico, cultural y psicológico, que afectan como consecuencia al rendimiento escolar.

La alimentación es uno de los factores con mayor influencia en la salud. Realizar una dieta suficiente, equilibrada y adaptada a las necesidades en las diferentes etapas de la vida, garantiza un adecuado crecimiento físico, facilita el desarrollo psicológico, ayuda en la prevención de enfermedades y favorece un estado óptimo de salud. En la infancia, comienzan a instaurarse unos hábitos alimentarios que se irán consolidando y que en su mayor parte se mantendrán en la edad adulta, durante esta etapa, el hogar familiar y la escuela son los espacios con mayor influencia sobre la adquisición de hábitos y conocimientos sobre salud y nutrición. En la adolescencia y al inicio de la juventud, la familia va perdiendo relevancia en la alimentación y los hábitos alimentarios se ven más influenciados por las preferencias individuales, los cambios derivados de una mayor independencia o los patrones estéticos, fundamentalmente en el sexo femenino. Así, la población universitaria, con edades comprendidas entre los 18 y los 23 años, se considera un colectivo especialmente vulnerable desde el punto de vista nutricional ya que comienza a responsabilizarse de su alimentación y atraviesa un período crítico en la consolidación de hábitos y conductas alimentarias, importantes para la salud futura. Estudios previos sobre hábitos alimentarios en estudiantes universitarios, ponen en evidencia el alejamiento de patrones alimentarios saludables: la dieta no suele ser suficiente para cubrir sus necesidades nutricionales, sobre todo en relación con el aporte de micronutrientes, no suelen desayunar adecuadamente o que acostumbran a alimentarse peor durante los períodos de examen. La prevalencia de hábitos alimentarios inadecuados, unido al seguimiento de dietas de adelgazamiento destinadas a satisfacer la preocupación por la figura, unido a la tendencia al sedentarismo; constituyen factores de riesgo en la aparición del sobrepeso y de los trastornos de la conducta alimentaria. En los últimos años, la población general de los países desarrollados ha experimentado un proceso de transición nutricional, caracterizado por modificaciones importantes en alimentación, que en la población juvenil española se manifiesta en el abandono de un patrón dietético equilibrado y una pérdida de adherencia a la Dieta Mediterránea. La disponibilidad de alimentos de alta densidad calórica a coste relativamente bajo, los hábitos sociales o culturales y el ritmo de vida acelerado, entre otros factores, han provocado un aumento en el consumo de alimentos altamente energéticos, a expensas de proteínas de origen animal y de grasas. Para desarrollar acciones de educación e intervención nutricional, encaminadas a introducir posibles modificaciones en la conducta alimentaria de los estudiantes universitarios, es imprescindible determinar cuáles son los hábitos alimentarios predominantes.


Se menciona que la edad universitaria de entre los 18 y 23 años se considera vulnerable, ya que el individuo es ahora el responsable de su propia alimentación, por lo tanto en la mayoría de los casos es descuidada y por lo tanto el rendimiento comienza a verse deteriorado por falta de nutrientes en el cuerpo.

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